No sé cuando fue exactamente que tuve noción de la existencia de Alejandro Escovedo, creo que en la gira que hizo teloneando por Estados Unidos a Bruce Springsteen en el 2009. Yo, que no soy nada pero que nada fan del Boss, me fijé en el apellido Escovedo y es que ya conocía a su hermano Javier Escovedo, artista de power-pop y punk que había hecho de su banda The Zeros algo entre lo legendario y lo desconocido.
Me sorprendió de Alejandro Escovedo (1951) su ya dilatadísima carrera, y con un éxito en américa bastante grande, algo que en Europa desconocíamos casi por completo. Su rock, casi que se podría escribir en mayúsculas, era tradicional y no desmerecía en absoluto algunos de los grandes nombres norteamericanos (Springsteen, Fogerty, etc.)
Ahora, y cuando yo ya no esperaba encontrar nuevas canciones suyas -a su edad la mayoría de artistas ya están viviendo de las rentas y sus conciertos- nos sorprende con Burn something beautiful, un álbum potente donde su rock aparece rejuvenecido y completamente actual.
Las guitarras se afilan y suenan ásperas en temas como Horizontal o Heartbeat smile, las dos que abren el trabajo o en esa genial Luna de miel con sus guitarrazos arrolladores. Pero al mismo tiempo sabe sacarse de la manga preciosas baladas al más puro estilo Dylan, por ejemplo esa preciosa Suit of lights o el medio tiempo Farewell to the good times de aire más pop, al igual que Beauty and the buzz, el single que adelantó.
En otras sus temas se enredan en el glam y el punk de bandas como New York Dolls o MC5 y aparecen cortes tan geniales como Shave the cat con esos maravillosos coros femenino o Beauty of your smile.
En definitiva otro álbum en su carrera, pero la misma profesionalidad y honestidad de siempre cuando trabaja Alejandro Escovedo. La producción de Peter Buck (R.E.M.) y la banda que lleva con miembros de The Decemberists, Los Lobos o Sleater-Kinney también ayudan a un trabajo tan bien acabado.
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