Desde luego, si hay un nombre propio es el de Mario Hernández que forma parte de ambos proyectos (en realidad, lidera Kids on a Crime Spree) pero en el caso de Artsick la formación es un combo de lo más atractivo: Christina Riley lidera este proyecto aunque es una artista bien conocida puesto que ha liderado bandas tan chulas como Burnt Palms o Boyracer, el citado Mario Hernández a la batería y Donna McKean de Lunchbox al bajo.
Aunque Artsick comenzó su andadura en 2017 y en 2018 sacaron 7" con un par de canciones, no ha sido hasta este 2022 cuando han lanzado su primer trabajo, Fingers Crossed, que se ha hecho de rogar pero que es una maravilla y bien merece la pena.
El sonido de Artsick tiene bastante de las bandas más punks del C86 y las bandas cuddlecore y K-Records de los 90. Nada extraño si tenemos en cuenta que Christina Riley sigue al frente de Boyracer. El twee-punk, las guitarras afiladas y el pop-punk son marca de la casa y destacan en cortes como Ghost of myself (uno de los singles que avanzaron y de las mejores canciones de este álbum), Dealing with Tantrums, Stress bomb, Ship has sailed o la final Fiction que recuerdan mucho a grupos como Bunnygrunt, Tiger Trap o Talulah Gosh.
Además, hay algunos temas donde sacan la rabia a pasear y nos dejan su lado más punk-ramone como sucede en Despise, que fue el primer adelanto de este trabajo, y donde las guitarras suenan a Terry Malts y la letra me recuerda un montón a bandas como The Shop Assistants. También en esa maravilla que es Be OK, donde las guitarras punk me han traído a la cabeza los mejores años de Green Day con su Kerplunk.
Por si fuera poco, una de mis canciones preferidas de este trabajo es esa genial y obscura Look Again, donde Artsick están algo más esquivos y se acercan al sonido de grupos como Vivian Girls.
Finger Crossed va a ser uno de los álbumes del año, lo tiene todo, guitarras afiladas, buenas melodías y un ritmo de batería trepidante.
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