El artista de Oakland ha hecho algunos de mis discos preferidos en los últimos años. Y, con este, creo que ha ido un pequeño paso más allá. De hecho, aunque sus canciones siguen apenas durante un minuto, en este álbum Tony Molina ha mezclado ese pop sesentero y acústico, con otros cortes donde se acerca más al power-pop guitarrero.
De hecho, el comienzo con esa instrumental Aye Aye My My (Into the fade), clara referencia al Hey Hey My My (into the black) de Neil Young, tiene un aire de los más Procul Harum y ya nos avanza el mayor peso que ganan en este disco los teclados. Algo que también comprobamos en estos cortes de pop acústico como Not worth knowing, Don't be far o las preciosas y Beatlescas Years ago Pt. 2 o Songs for friends (Slight return). En este sentido, nos encontramos con las más jangle I Don't like that he y Burn everyone, donde su sonido se acerca más a grupos seventies como The Byrds, y que, tal vez, sean lo mejor de este álbum.
Sin embargo, como he comentado antes, en este álbum Tony Molina ha ido un paso adelante y ha ido metiendo canciones más potentes y algunas guitarras distorsionadas. Ya lo pudimos ver en el primer single que se conoció, The last time. Un corte donde el power-pop y el rock tiene mayor peso y nos recuerda al sonido de bandas como los primeros Weezer. También ocurre en la primera mitad de Leave this town o en las tremendas All I've known o Fuck off now.
En definitiva, un álbum con muchos más arreglos y más complejo. Con más guitarras punks y sonidos power-pop. También con más teclados y con ese lado jangle que le sienta tan bien a Tony Molina.
Un acierto total y un disco para recordar.
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