viernes, 21 de marzo de 2025

Brian D'Addario

Cuando hace como un mes escuché Till the morning, el single de adelanto del nuevo álbum homónimo de Brian D'Addario, reconozco que me sorprendió mucho que el mayor de los hermanos D'Addario sacase un disco fuera de The Lemon Twigs, su banda principal y con la que está cosechando un gran éxito (en las Noches del Malecón les podré ver dentro de poquito, menos mal).

En realidad, todavía me sorprendió más comprobar que su sonido era básicamente el mismo de los Lemon Twigs. Ese viaje al pasado de los 60 y, sobre todo, los 70 donde las guitarras jangle de bandas como The Byrds o los Beatles, las voces de Simon & Garfunkel, el rock de The Kinks o los sonidos más folk de Bob Dylan se mezclan en una perfecta armonía que bien podría estar en la BSO de Forrest Gump. De hecho, el primer single, que abre el disco, Till the morning sigue perfectamente esa línea y da la sensación de que es una canción de su banda principal. Algo similar sucede con otros cortes que también beben de esas influencias, como This Summer (probablemente lo mejor del disco),  donde escuchamos maravillosos teclados y arreglos al más puro estilo Procol Harumo Flash in the pan que tiene unos coros más cercanos a The Beatles o Small Faces. De hecho, ahora que nombro a Small Faces, me ha sorprendido mucho un corte como Useless Tears, con ese aire folk, barroco, teclados y crescendos que me ha traído a la cabeza, precisamente, a la banda de Steve Marriott en su disco más psicodélico, Ogdens' Nut Gone Flake.

Eso sí, en este disco aparece otra faceta algo distinta a los discos de The Lemon Twigs, normal, porque si no, no tenía mucho sentido. Y es que Brian D'Addario da pie a sacar canciones más lentas e introspectivas. Así nos encontramos cortes más folk, como las preciosas, Only to ease my mind, One day I'm coming y sus aires soul o, las más lentas, Spirit without a home,Company o Song of Everyone que se acercan a John Lennon o Paul McCartney y que me han recordado mucho a los últimos trabajos de Cut Worms. O la folk, pero más movida, Nothing on my mind, que empieza con una guitarra a lo Johnny Cash pero, en seguida, coge velocidad al más puro estilo hillbilly.

Es un disco más variado en sus sonidos y eso le da un punto divertido y menos planos que los discos de la banda que comparte con su hermano (que también ha colaborado en este álbum). La verdad es que podrían haberse guardado algunas canciones para sus próximos trabajos juntos. En eso, desde luego, me ha sorprendido.

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