No quiero andarme con rodeos con este álbum de Car seat headrest, y es que Teens of Denial tiene muchas papeletas de convertirse en mi disco preferido de este año. Así de claro, me ha parecido un discazo de principio a fin donde el sonido esquivo y los guitarrazos se abren paso entre unas letras brillantes que van desde las setas hasta los químicos.
Car seat headrest es el proyecto musical de Will Toledo, que tras varios años dando más o menos bandazos en solitario, ha conseguido armar una banda y sacar el primer disco con Matador Records (no es exactamente su primer trabajo, pero sí que es el primero producido profesionalmente, el resto los colgó en su bandcamp). Y así, para ser el debut, Teens of Denial es una pequeña joya que no muchos van a apreciar. Y es que no es un indie-rock de manual que le pueda gustar a todo el mundo, vamos, bastante lejos de lo comercial.
Una vez que has oído el disco 3 o 4 veces cada vez tienes más claro que la influencia principal de este trabajo es el rock de Pavement y lo que ha hecho después Stephen Malkmus. Aunque, en realidad, la sombra de otras bandas planean también sobre este álbum. Por ejemplo el rock más pesado de bandas como Guided By Voices en temas como Vincent -que fue el primer single de adelanto y que tiene unas maravillosas trompetas a mitad de canción-, 1937 State Park o Destroyed by hippie powers.
El pop y el rock de Yo La Tengo también está presente en este trabajo en canciones como Unforgiving girl (She's not an) o incluso cuando se ponen lentos en ese temazo que es (Joe gets kicked out of school for using) drugs with friends (but says this isn't a problem).
Aunque me he dejado las tres canciones que más me gustan para el final: la primera Fill in the blank, el maravilloso corte de apertura y donde demuestra el gran talento que tiene Toledo creando una de las mejores canciones del año. La segunda Drunk drivers/Killers whales, un tema impresionante donde va de lo lento al medio tiempo y llegando a un final épico de guitarras y voces que emocionan, yo diría que es la más Malkmus de todas. Y por último, pero no menos importante, la genialidad de 11 minutos y medio que es The ballad of the Costa Concordia, inspirada en el hundimiento del barco frente a las costas italianas. A mí que me gustan las canciones cortas y que van al grano por lo general, esta canción me tiene atrapado porque en ningún momento cansa ni se te hace bola, incluso a partir del octavo minuto se hace un tema de lo más entretenido.
En definitiva, un álbum genial donde Will Toledo saca a relucir todo su talento y junto a su banda y una cuidada producción se ha sacado de la manga un disco genial: esquivo, desgarrador, con guitarrazos, gritos y susurros. Una maravilla.
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