La verdad es que no hace mucho que hablé en el blog del adelanto del nuevo disco de The Chills: Warm waveform, un tema genial de pop oscuro y mistérico que te absorvía por completo con su maravilloso riff de guitarra.
Tenía ganas de encontrarme con este Silver Bullets, ya que es el primer LP de la banda neozelandesa en 19 años, que se dice pronto. Y es que The Chills, la banda de Martin Phillipps, es un clásico del pop de los 80. En realidad, aunque entra dentro de la nómina de bandas de Flying Nun Records y del Dunedin Sound, no tiene mucho que ver con otras bandas kiwis de aquel momento como The Clean o The Bats. The Chills siempre fueron la oveja negra de la familia, ya que sus composiciones eran más obscuras, más trabajadas, algo barrocas y no tenían un aire tan pegadizo como las de sus compañeros de generación.
Sorprende, al menos a mí me ha pasado, que 19 años después y con varios cambios de formación -incluyendo la muerte de un miembro por leucemia- The Chills estén en tan buena forma y hayan sabido recoger su propio testigo continuando su carrera con ese estilo tan personal. Silver Bullets es un disco que desprende belleza por los cuatro costados y donde Phillipps se entrega al 100%.
No entra a la primera, pero excepto en un par de casos que se hacen más aburridillos, el disco mantiene un nivel mucho más que notable. De entrada sorprende una intro de 30 segundos, donde sólo se escucha una escala de voz y un par de instrumentos. Phillipps cuenta que es una grabación que le envío en los 90 su padre y que redescubrió en una cinta hace poco y que la quería mejorar e incluir. Supongo que le hacía ilusión que la cantase su padre, aunque yo no la hubiera metido, siendo sinceros.
Warm waverform es el siguiente tema, una maravilla completa, con un riff de guitarra perfecto y un aire obscuro y misterioso que te mantiene atado. La melodía de guitarra la grabó a principios de los 90 y desde entonces le ha dado cien mil vueltas hasta hacer esta canción, se nota el trabajo.
Durante el álbum encontramos algunos temas más oscuros y barrocos, con gran cantidad de arreglos -vocales e instrumentales- como la propia Warm waveform, Underwater wasteland o Tomboy donde incluye un coro infantil. Pero si destaca algo en este álbum son los temas más jangle, donde enlaza directamente con los primeros REM, y se suelta un poco con las guitarras, el final de Silver Bullets, la genial America says Hello, Aurora Corona o la maravillosa I can't help you donde se va hacia la músicas americana son buen ejemplo de estas canciones.
Mención aparte se merece un doble tema que va unido y que dura más de 8 minutos: Pyramid/When the poor can reach the moon. El propio Phillipps comentó que en realidad son dos canciones, pero que era imposible separarlas porque no tenían sentido la una sin la otra. Así de entrada parece un poco locura, pero queda genial. Pyramid es un tema inaccesible, muy oscuro, con guitarras afiladas y chirriantes, arreglos con violines y coros fantasmagóricos, pero a los 5 minutos se despereza por completo dando lugar a When the poor can reach de moon, que es algo así como un amanecer perfecto. Nada de finales con tormentas de guitarras y ruido, lo que amanece es el día más soleado y cálido del año, un tema de potente jangle pop, con guitarras cristalinas, pianos y órganos juguetones que se mezclan con la voz de Phillipps en un tema sobresaliente.
Es posible que The Chills sigan como hasta ahora, no triunfando comercialmente como merecen, puesto que su álbum sigue esa delgada línea entre la belleza y lo difícil que es acercarse a ella. No pasa nada, siempre habrá quienes disfrutemos de ella.
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