Si hay una artista que ha conseguido llevar a otro nivel la nueva ola de rock americano noventero esa ha sido, sin duda, Courtney Barnett. Y es curioso, porque es australiana. Su primer elepé Sometimes I sit and think and sometimes I just sit fue un discazo sobresaliente y un soplo de aire fresco para este tipo de trabajos (Frankie Cosmos, Vagabon, Waxahatchee) ya que la de Sidney tiraba menos de lo-fi o de folk y se acercaba más al pop guitarrero.
En este segundo disco, Tell me hoy you really feel, sigue por ese camino. Tal vez no sorprenda tanto como su primer largo, pero oye ya sabemos lo difícil que es hacer un segundo disco cuando el primero es tan bueno. Y Courtney Barnett está a la altura.
El año pasado sacó un trabajo junto con Kurt Vile, que tiraba más de Vile que de Barnett con un pop más reposado y esquivo. Nos viene a la mente con Hopefulness el corte que abre el disco y que recuerda a ese trabajo conjunto. Pero no hay que de qué preocuparse porque después empiezan las guitarras y las mejores canciones. Las lentas tampoco abundan tanto: Need a little time.
De hecho, vienen seguidas City looks pretty y Charity. La primera es pura marca de la casa y la eligieron como primer single del disco, pero a mí la que realmente me vuelve loco es la segunda, Charity que es la que más me gusta de todo el álbum. Guitarrazos y melodía combinan de forma perfecta. También en Crippling self doubt and a general lack of self confidence le sale una mezcla.
En Nameless, Faceless le viene la vena pop y, la verdad es que se la da genial. Además, incluye una serie de buenos y pesados guitarrazos en el estribillo y le da mucho empaque al tema. Y las guitarras pesadas aparecen con más crudeza en I'm not your mother, I'm not your bitch, todo un himno feminista de rock duro, que recuerda a bandas actuales como Savages.
En el final del álbum Courtney Barnett baja un poco los decibelios y nos deja dos bonitos medios tiempos: Help yourself con el solo de guitarra más sucio que recuerdo, y la más tranquila Walkin' on Eggshells. Para acabar cerrando el disco con una balada Sunday Roast.
Es un muy buen disco, sino conociéramos el primero, este nos parecería seguramente la leche. Pero el caso es que tiene un poco de todo, cuando tira de guitarras, pop y estribillo sigue demostrando su talento y nosotros que nos alegramos.
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