Desde Seattle nos llega uno de los discos más interesantes del final de año, bueno en realidad salió en mayo, pero en aquel momento yo solo pude escuchar el single de lanzamiento y poco más. Ahora que el álbum de Versing, 10.000, ha podido pasar por mis oídos, ya me pongo más serio con ellos.
Es cierto que Tethered, el primer sencillo que salió de este disco, me pareció sublime (de hecho, ya la metí en el Nebrija de junio) y que ninguna canción de este trabajo la supera, aunque hay unas cuantas que están a su nivel.
Siendo de Seattle y teniendo como disco anterior uno titulado Nirvana, uno se podría esperar lo peor. Pero no. No resucitan el grunge de los 90 ni a la banda de Kurt Cobain, muy al contrario tiran de otras influencias noventeras más noise e indie y ponen su mirada en bandas como Pavement o Sonic Youth, como el EP que hace poco comenté de Beabadoobee, pero en el caso de Versing fijándose menos en Stephen Malkmus y mucho más en los guitarrazos de Sonic Youth y así lo demuestran cortes como Vestibule u Offering, incluso la más dura In mind que me recuerda una de esas canciones pegajosas y guitarreras de Ty Segall.
Sin embargo, aunque no es lo que más abunda, en este álbum de Versing, cuando fijan el rumbo hacia Pavement están algo más asequibles y acertados y es que las melodías pop encajan mejor entre sus texturas guitarreras y sus potentes secciones de percusión: a la ya citada Tethered con ese riff tremendo de guitarra, podemos añadir la apertura del disco con Entryism, el medio tiempo Sated, que coge velocidad al final con una buena tormenta de guitarras y ruido o incluso ese estribillo sucio y pop de Long Chord.
La banda de Daniel Salas nos deja un álbum de lo más completo y coherente y con referencias guitarreras de esas que ya nadie quiere resucitar y que ninguna radio te quiere pinchar. Pero a mí me ha parecido un disco muy valiente y muy bien llevado a cabo. Bravo por Versing.
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