¡Viva Punset! Ariadna, Jorge, Chema, Gonzalo y Anntona forman la banda madrileña Los Punsetes, sinceramente creo que sobran las presentaciones porque llevan ya una década siendo una de las mejores bandas del panorama nacional -tanto si hablamos de discos como si hablamos de los directos.
LPIV es el cuarto disco de esta formación y, sinceramente, creo que no desmerece a ninguno de los anteriores. A mí todos me parecen sobresalientes, reconozco que soy fan casi desde el principio los conocí con el EP que llevaba Los Gordos, gracias a mis amigos Alberto y Luisma, pero pronto me puse al día con el anterior el de El bar del Tanatorio, así que no soy muy objetivo con ellos, y el hecho de que no hayan perdido frescura después de 4 discos y que sigan a tan buen nivel, les hace convertirse en una banda de lo más consistente y coherente.
Recuerdo la primera vez que los ví, creo que fue en un Microsonidos en la 12&medio, recuerdo el trompazo que supuso encontrarme con la figura de Ariadna inmóvil con la mirada fija en ningún sitio cantando sobre el escenario. Yo me sabía ya su primer disco de memoria, pero el concierto me aturdió y me dí cuenta del gran nivel que había allí. Sí, a mí me había hecho gracia sus punk-pop con aire crítico e irónico, me gustaba mucho Dos Policías y Pinta de tarao, y para un fan de Los Nikis era fácil sentir simpatía por Los Punsetes. Pero con aquel directo comprendí que había algo más ácido en sus letras, y bastante más música en los acordes de sus guitarras.
Una montaña es una montaña, su anterior trabajo seguía manteniendo como marca de la casa los grandes pepinazos de punk pop como aquel Alférez provisional, pero ya comenzó a introducir algunos matices nuevos, y es que la situación económica no pasaba inadvertida y así apareció un tema como Los tecnócratas. Sí, Los Punsetes hacían algo más que gracietas, lo cual descolocaba a sus detractores.
Esos matices se van sucendiendo, y en este LPIV encontramos novedades. Bueno, es cierto que continúan consiguiendo sacar temazos de pop rotundos como han hecho en todos sus discos: Me gusta que me pegues, Opinión de mierda o Falso documental, están al nivel de sus mejores canciones.
Pero también se han puesto más oscurillos y ruidosos en algunos temas, algo que les aleja un poco del punk desenfadado de los dos primeros trabajos. Los últimos días de Sodoma -Ana Botella, te puedes dar por aludida bombón- o el final con Nit de L'albá tienen unos últimos minutos de tremendo shoegaze sucio y rabioso.
Bueno, en conclusión, que han vuelto a hacer un discazo y que ya van cuatro, con lo difícil que es mantener una línea tan alta durante tanto tiempo.
El disco lo tenéis en Don't Eat the Yellow Snow para que lo escuchéis, y desde hace unas semanas creo que andaba por plataformas digitales como Spotify o Deezer donde también se puede oir.
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