Quizás este Ripe for Anarchy de Business of Dreams se convierta en uno de mis discos favoritos de 2019. Tiene pinta, porque tiene absolutamente lo que me gusta. Y, la verdad, aunque lo llevo escuchando desde la semana pasada (se publicó el viernes) quería esperar un poco para hacer una valoración.
Es cierto que este proyecto de Corey Cunningham era el que menos controlaba yo, ya que con Magic Bullets, Smokescreens o Terry Malts lo tenía todo escuchado (y me encantan esas bandas), pero a Business of Dreams parece que le va a dar más cuerda. Al principio sacó, hará un par de años, un primer LP casi como un proyecto paralelo en su habitación jugando con el synth-pop y algo más oscurillo. Parecía una diversión más. Pero motivos familiares le llevaron a volver de San Francisco a Tennessee (de donde es) y allí se ha centrado en agrandar este proyecto, dejando atrás los anteriores grupos.
Así surge Ripe for Anarchy y le ha salido un discazo tremendo. De entrada comentar que es un disco 100% indie-pop. Que las melodías y las guitarras se imponen y que salen auténticos himnos de este trabajo. La influencia más inmediata que nos viene a la cabeza es The Field Mice y eso se aprecia muy bien en temas como My old town, Ripe for anarchy o La La La La con esa apariencia de indie-pop lo-fi. Aunque en realidad es una influencia que está encima de todo el disco como un filtro que afecta a todos los temas.
Pero el caso es que estos juegos con teclados y sintetizadores le aporta muchos matices al trabajo y, en canciones más pop, crean una atmósfera perfecta, desde temas que recuerdan a los Jesus del Darklands, como en Chasing that feeling que abre de forma magistral el disco, a otros cortes que nos traen a la mente a grupos como The Go-Betweens y así aparecen N.R.E.A.M. que es de lo mejorcito del disco o la tremenda I feel dread que nos recuerda a esos riff de jangle-pop de The Byrds. Incluso, Keep the blues away, el primer single que adelantó y que es el más recuerda a su anterior trabajo, nos trae un poco a la mente a esos Motorama jugando al indie-pop desde postulados post-punk.
En definitva, si lo de Smokescreens fue de lo mejor del año pasado, tiene pinta que lo de Business of Dreams será de lo mejor de este año.
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