
Es cierto que este proyecto de Corey Cunningham era el que menos controlaba yo, ya que con Magic Bullets, Smokescreens o Terry Malts lo tenía todo escuchado (y me encantan esas bandas), pero a Business of Dreams parece que le va a dar más cuerda. Al principio sacó, hará un par de años, un primer LP casi como un proyecto paralelo en su habitación jugando con el synth-pop y algo más oscurillo. Parecía una diversión más. Pero motivos familiares le llevaron a volver de San Francisco a Tennessee (de donde es) y allí se ha centrado en agrandar este proyecto, dejando atrás los anteriores grupos.
Así surge Ripe for Anarchy y le ha salido un discazo tremendo. De entrada comentar que es un disco 100% indie-pop. Que las melodías y las guitarras se imponen y que salen auténticos himnos de este trabajo. La influencia más inmediata que nos viene a la cabeza es The Field Mice y eso se aprecia muy bien en temas como My old town, Ripe for anarchy o La La La La con esa apariencia de indie-pop lo-fi. Aunque en realidad es una influencia que está encima de todo el disco como un filtro que afecta a todos los temas.
Pero el caso es que estos juegos con teclados y sintetizadores le aporta muchos matices al trabajo y, en canciones más pop, crean una atmósfera perfecta, desde temas que recuerdan a los Jesus del Darklands, como en Chasing that feeling que abre de forma magistral el disco, a otros cortes que nos traen a la mente a grupos como The Go-Betweens y así aparecen N.R.E.A.M. que es de lo mejorcito del disco o la tremenda I feel dread que nos recuerda a esos riff de jangle-pop de The Byrds. Incluso, Keep the blues away, el primer single que adelantó y que es el más recuerda a su anterior trabajo, nos trae un poco a la mente a esos Motorama jugando al indie-pop desde postulados post-punk.
En definitva, si lo de Smokescreens fue de lo mejor del año pasado, tiene pinta que lo de Business of Dreams será de lo mejor de este año.
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