No estaba muy seguro de comentar este disco en el blog y es que es un buen trabajo pero algo irregular y ecléctico, y eso me complicaba un poco su análisis. Pero el caso es que tiene un par de canciones que me vuelven loco y que, sólo por ellas, merece la pena que nos acerquemos a él.
El álbum en cuestión es el Shattered del quinteto de Memphis Reigning sound. Tal vez no os suene mucho el nombre pero no son unos novatos precisamente. Su cantante es Greg Cartwright el que fuera líder (aún siguen sacando discos, me parece) de la banda punk The Oblivians. A mí su banda principal, siempre me ha dejado un poco frío, y a veces su punk cercano al crudo garage, se me ha hecho intragable.
Pero Reigning sound es el proyecto paralelo y aquí puede jugar con otras influencias y otros gustos que no aparecen en su banda matriz. El rock garage, el indie-pop y el soul se abren paso en este trabajo con bastante facilidad, algo que ya venía avisando en sus últimas grabaciones.
El caso es que para grabar Shattered se juntó con su teclista Dave Amels, y éste a su vez llamó a tres compañeros de su banda de soul The Jay Vons para que completaran la formación, y de esa mezcla ha nacido el sonido de este trabajo.
Con North Cackalacky Girl, el tema que abre el álbum, encontramos ya esas influencias del soul modernista y el garage beat sesentero, y este estilo se va a ir repitiendo durante el disco en temas como You did wrong o la genial My My, que suena a Van Morrison por los cuatro costados, y que me parece una de las mejores del disco.
Pero las dos canciones que a mí más me gustan son Never Coming Home y Falling Rain, los dos temas más indie-pop del disco. La primera es un mediotiempo precioso con cierto aroma al sur de los Estados Unidos, no en vano grabaron en Nashville este trabajo, donde aparecen de manera magistral unos violines, dando un aire mágico a la canción.
La segunda, la que más me gusta, Falling Rain, es un temazo que comienza arrollador con ese órgano Hammond que te mantiene atado a la canción como una lapa. El aire de la canción te lleva hacia Bob Dylan y el folk de los setenta. Sí. Tiene la calidez vocal de Dylan, unos puentes y unos coros geniales, y un estribillo pegadizo en el que les basta con repetir el título.
No pasó a la historia como uno de los mejores discos de 2014, y de hecho, pasó bastante desapercibido. Yo lo recupero ahora, al menos para que degustéis esas dos joyas que contiene.
En exystence.org lo tenéis por si lo queríes escuchar completo.
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