La verdad es que es un disco que suena a ellos mismos en su lado más oscuro, esquivo y sintético. Se alejan del pop que les hace sonar todos los viernes en las emisoras del planeta, pero bueno, es que en realidad es la marca de la casa de los de Robert Smith y a estas alturas para qué van a cambiar algo en lo que son tan buenos.
De hecho, el inicio del álbum es difícil porque inicia con dos canciones por encima de los 6 minutos, Alone y Nothing is forever. Pero son dos buenas canciones, la primera empieza muy shoegazer sonando a Slowdive, mientras que la segunda me trae a la mente a grupos como Echo and The Bunnymem. Algo similar ocurre con cortes como A Fragil Thing, Endsong o I can Never say goodbye.
Eso sí, de vez en cuando aprietan con las guitarras y nos dejan canciones que enganchan con ritmos más rock y pop. En las de rock encontramos esa genial Drone:Nodrone donde meten bien de guitarras afiladas, mientras que en las más pop tenemos All I Ever Am que tiene una batería inicial que recuerda a The National y donde después aparecen esos The Cure intensos del Kiss me, Kiss me, Kiss me.
Es verdad que son solo ocho canciones, para qué más si lo que haces, lo haces tan bien. Pero qué bien sienta una vuelta de tanta calidad como este de The Cure.
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