jueves, 19 de mayo de 2022

The Stroppies

El nuevo álbum de los australianos The Stroppies era uno de los más esperados en el blog desde que se anunció. Salió el pasado 6 de mayo pero me he dado un tiempo para digerirlo porque no era ni mucho menos lo que esperaba.

En sus anteriores trabajos los de Melbourne habían destacado por unas guitarras limpias y un precioso jangle-pop. Pero en Levity han optado por nuevos sonidos más barrocos, con más arreglos y la entrada de nuevos instrumentos. Ellos mismo reconocen que el confinamiento y la pandemia han jugado un papel importante en este tipo de producción más recargada.

De hecho, me parece un muy buen disco, aunque sigo pensando que cuando centran el foco en el indie-pop de guitarras jangle es cuando más aciertan. Por ejemplo en esa espectacular Up to my Elbows donde suenan a The Bats y nos dejan el mejor corte de todo el trabajo.

El inicio con The Perfect Crime ya resulta bastante extraño con esos horribles coros enlatados al estilo de los aún más horribles Two Door Cinema Club. Eso sí, luego la canción tira de guitarrazos y una buena melodía y nos deja un corte interesante que recuerda, por sus baterías motóricas al punk ochentero de Wire. Esto sucede también en otros buenas canciones de este trabajo como la final The Bell o Tricks on Everything cuyo riff de guitarra machacón bebe también de grupos más recientes como White Stripes.

Pero, como ya he dicho antes, The Stroppies han hecho un disco más barroco y menos homogéneo. Ahí encontramos la interesante Smilers Strange Politely que se acerca al pop guitarrero de sus vecinos Rolling Blackouts Coastal Fever, el pop tranquilo de Material Condition donde coquetean con un sintetizador fantasmagórico o la más dream-pop Caveats donde tiran de paisajes ensoñadores y teclados.

El álbum me parece, en general, un buen trabajo, con sus errores y sus aciertos, con un buen esfuerzo creativo por su parte y, tal vez, demasiado recargado y cambiante. Quizás sea mi percepción ya que no esperaba un disco en este sentido. 

Eso sí, cuando The Stroppies le dan protagonismo a las guitarras siguen manteniendo su talento intacto.

miércoles, 18 de mayo de 2022

Built to Spill

Que vaya a salir un nuevo trabajo de Built to Spill siempre es una buena noticia para los que somos fans de la banda de Boise (USA). No descubro nada cuando digo que el grupo liderado por Doug Martsch es una de las mejores formaciones de indie-rock de los 90. En mi opinión, inexplicablemente minusvalorados frente a otros grupos como Pixies, Pavement o Dinosaur Jr. que siguen encabezando grandes festivales a día de hoy.

De hecho, probablemente se deba a que cuando Built to Spill firmaron a mitad de los 90 por Warner (habían ganado éxito con su primeros discos en sellos independientes) ellos decidieron mantener la libertad y el control creativo sobre sus canciones y su rock guitarrero. No es que el resto renunciaran a esto pero sí es cierto que las canciones y los álbumes de Built to Spill seguían una línea menos comercial.

El próximo 9 de septiembre la banda norteamericana lanzará When the Wind forgets your Name con Sub-Pop y, de momento, ya nos han adelantado Understood, uno de sus clásicos cortes guitarreros algo obscuros. Se alejan bastante de su último lanzamiento el álbum homenaje a Daniel Johnston y vuelven al crudo rock de sus inicios bien cimentado sobre las enseñanzas de Neil Young pero con espíritu de rock duro.

viernes, 13 de mayo de 2022

Biznaga


Hace ya semanas que salió el nuevo álbum de Biznaga, Bremen no existe, pero hasta la semana pasada no me había puesto a escucharlo con detenimiento. Menos mal porque es un discazo. 

Reconozco que es un grupo que siempre me ha gustado, los conocí con Sentido del Espectáculo en 2017 y tienen un directo arrollador (todavía recuerdo el conciertazo que dieron en el Low Festival hace unos años). Su anterior disco, Gran pantalla, también fue de mucho nivel y, la verdad, esa capacidad de no fallar con ninguno de sus trabajos está al alcance de muy pocos. Eso sí, vaya por delante que este Bremen no existe me parece su mejor trabajo. Al menos el más completo.

El grupo malagueño-madrileño sigue con su punk de ritmo vertiginoso y sus letras comprometidas que hablan de la juventud de hoy: nihilismo, tranquilizantes, generaciones perdidas, precariedad laboral o la falta de futuro y los engaños políticos. Ahí tenemos la maravillosa Líneas de sombra para ejemplificar bien de qué va este disco. De hecho, el mismo título Bremen no existe, ya es indicativo. Bremen la ciudad mítica hacia la que se dirigen los músicos como sancta santorum para llegar a la cima y el éxito y que, sin embargo, nunca se llega a ella.

Esta línea de punk sin contemplaciones, al más puro estilo Stiff Little Fingers, aparece en otros cortes como la genial Filósofxs Intempestivxs, Una historia de fantasmas, Madrid nos pertenece, Cómo escribimos adalides de la nada o y ese himno anti-generacional que es Contra mi generación, el corte que eligieron como primer adelanto para este disco y que es una maravilla.

Tal vez el hecho clave, a mi juicio, que hace de este álbum su mejor esfuerzo es que tiene un punto más pop que los anteriores trabajos. Eso se deja notar en la tremenda Domingo Especialmente Triste donde alternan la vehemencia de las estrofas que canta Álvaro con el pop del estribillo que canta Isa de Triángulo de Amor Bizarro. Algo que ya hemos visto en bandas como Joanna Gruesome o Ex-Vöid y que funciona siempre genial.

Algo que introducen Biznaga en este álbum son los sintetizadores y teclados. Por ejemplo, en Todas las pandemias del mañana o en Espíritu del 92 donde el teclado recuerda a la versión que hacen Dinosaur Jr. del Just like Heaven de The Cure y, de hecho, la canción tiene un aire post-punk muy guay.

La verdad es que les ha quedado un disco muy completo y redondo, con velocidad, con guitarras, con nuevos matices, letras y temas para hacer reflexionar. Una vez más Biznaga vuelven a sacar un gran trabajo.

martes, 10 de mayo de 2022

Belle & Sebastian

La verdad es que de los últimos trabajos de los escoceses Belle & Sebastian siempre he podido rescatar dos o tres cortes sobresalientes pero, en general, su querencia por los teclados y las canciones de synth-pop más bailable no me acababan de entrar (con alguna honrosa excepción).

Sin embargo, en A Bit of Previous, Belle & Sebastian han sacado uno de sus mejores trabajos. En parte porque, como ellos mismos reconocen, han vuelto a tomar las riendas de la producción del álbum como ya hicieron en The Boy with the Arab Strap y eso se nota. De hecho, hay canciones que entroncan con el perfecto indie-pop de guitarras acústicas y sonidos tranquilos como la inicial Young and Stupid, una de las mejores que han hecho en años. En esa línea también encontramos cortes tranquilos como Do It for your Country, Sea of sorrow o Deathbed of My Dreams donde se acercan al pop desnudo de Kip Berman con The Natvural.

Su vena de teclados poderosos y ritmos bailables también encuentra su hueco en este disco y, la verdad es que no sea lo que yo prefiero en ellos, reconozco que han sacado un par de canciones sobresalientes como Talk to me, Talk to me o Working Boy in New York City Prophets on Hold donde suenan un poco a los Pet Shop Boys más pop o a La Casa Azul.

Además, una cosa que me ha gustado mucho en este trabajo de Belle & Sebastian es que han dejado margen para incluir otros sonidos que les gustan pero que son menos evidentes en su carrera como en ese tema a medio camino entre soul y el gospel que If they're shooting at you y que grabaron para Cruz Roja en ayuda al pueblo de Ucrania por la invasión que están sufriendo. La más jazzística Come on Home. O lo que también ocurre con la más guitarrera Unnecessary Drama que me ha recordado muchísimo a The New Pornographers y que es uno de los puntos álgidos de este disco.

La verdad es que se trata de un disco brillante con momentos bailables y alegres y otros muchos más tranquilos y melancólicos. En realidad, es como si reflejase a la perfección la trayectoria de Belle & Sebastian.

lunes, 9 de mayo de 2022

Orville Peck

El viernes pasado era uno de esos viernes marcados en rojo en el calendario. En primer lugar porque acaban las clases del segundo cuatrimestre en los grados (todavía nos quedan las prácticas y los máster), tenía las defensas de TFG de mis estudiantes y, además, salían algunos discos interesantes como los de Belle & Sebastian, The Stroppies, Sunflower Beam, Warpaint o Hater y otros algo menos interesantes para mí como el nuevo de Arcade Fire.

Pero, antes de meterme esta semana a escuchar todos estos nuevos trabajos, quiero retomar un álbum que salió hace unas semanas y que he dejado reposar: Bronco de Orville Peck. Más allá del misterio sobre la personalidad del cantante enmascarado que nadie conoce, bueno en realidad todos los rumores apuntan hacia la misma persona así que poca duda queda, lo interesante de Orville Peck es los dos grandes discos que ha hecho hasta la fecha.

Particularmente interesante este Bronco, no tanto por su sonido que sigue esa línea americana clásica entre el rock, el country y el hillbilly, si no por el enorme esfuerzo que ha hecho con quince canciones donde encuentra espacio para explorar otros sonidos y estilos.

En realidad, cuando escucha este trabajo el rock clásico de cantantes como Elvis Presley o Chris Isaak se os vendrán a la cabeza y ahí encontramos cortes como Blush, Lafayette, Daytona Sand, Any Turn o la homónima Bronco. Aunque lo interesante de estas canciones no es tanto su sonido, como el hecho de que incluya en sus letras referencias hacia la dificultad y el estigma hacia la homosexualidad y las diferentes visiones que hay sobre la masculinidad. Algo que, particularmente, en el ámbito de la música americana country sigue siendo un tabú.

Estas temáticas donde se acerca a preocupaciones personales le permite también crear bonitas baladas armadas apenas con su voz grave, una línea de guitarra y una sencilla base rítmica como en City of Gold, Iris Rose donde entra una trompeta maravillosa y nos recuerda al Johnny Cash más clásico (algo similar sucede en Hexie Mountains) o en la obscura y bonita Kalahari Down donde entran unos violines y que es de los cortes menos comerciales del álbum pero uno de los que más me gusta. Eso sí, en esta línea destaca el final del álbum con la increíble All I can Say donde comparte voz con Bria Salmena, cantante country y con quien ya anunció una colaboración en forma de disco de versiones.

Eso sí, el punto álgido de este trabajo llega con esa maravilla que es C'mon baby, cry! donde nos habla de la masculinidad tóxica y ese estigma que tenemos los hombres cuando queremos llorar. Además, lo hace en clave northern soul y se acerca a los sonidos sesenteros de cantantes como Wilson Pickett u Otis Redding. Lo mejor del disco.

A pesar de su duración, no se hace un disco nada pesado, incluso si, como en mi caso, este tipo de música americana no es lo que sueles escuchar. Eso solo se consigue con muchísima calidad, como la que tiene Orville Peck.

martes, 3 de mayo de 2022

Papercuts

Jason Quever, musicalmente Papercuts, se ha ido convirtiendo poco a poco en uno de los músicos más interesantes de la ya de por sí interesante escena pop de la bahía de San Francisco. Su álbum de 2018 Parallel Universe Blues fue toda una maravilla y el EP que sacó el año pasado Baxter's Bliss también fue de lo más interesante. Además de por medio se ha metido a producir los discos de otras músicos como Dean Wareham (dándole además un toque muy chulo).

Past Life Regression es su nuevo lanzamiento y, la verdad, es que nos ha vuelto a dejar un elepé con muchos matices y cosas interesantes. En general, la música de Papercuts oscila entre el dream-pop y el folk de los setenta, algo no muy habitual y que ya le hace digno de atención.

En este álbum siga esa senda de folk, dream-pop y algo de psicodelia y ahí tenemos las magníficas The Strange Boys más lisérgica y que recuerda un poco a The Proper Ornaments, la inicial Lodger o Remarry, donde las guitarras y los teclados, aún contenidos, tienen un gran protagonismo.

Eso sí, también hay canciones más calmadas como Hypnotist o Fade Out donde el dream-pop más etéreo aparece y Papercuts se acerca un poco al sonido de Beach House.

Pero si hay algo que me ha gustado mucho en este disco es que el jangle y el folk de los setenta tiene mucho mayor peso que en sus anteriores trabajos. Y ese acercamiento al pop le sienta absolutamente de maravilla al músico norteamericano. Cortes como Palm Sunday o Sinister Smile se acercan a las canciones pop de Built to Spill, mientras que lo mejor del disco nos llega con la beatlesca My Sympathies o la maravillosa I want my jacket back que bien recuerda a los mejores The Byrds.

Ya sé que suena a un cocktail difícil de mezclar correctamente pero en el caso de Papercuts el disco no puede ser más coherente y redondo. Un gran trabajo.