Torrey

Torrey es una banda de la bahía de San Francisco (en concreto de Oakland) que acaba de sacar su segundo elepé con Slumberland Records. Desde hace unas semanas, cuando escuché su primer sencillo adelantado, me tenían con mucha curiosidad y, por fin, el pasado viernes sacaron el álbum completo que es una absoluta maravilla: Torrey.

No he escuchado el primero, pero he leído en el blog Don't eat the yellow snow que tiene un rollo más folk y no tan guitarrero (aunque ya apuntaban maneras), así que este es el primer disco en el que muestran claramente influencias de grupos como Lush (según comentan ellas mismas). Y no les falta razón.

Las hermanas Ryann y Kelly Gonsalvez han hecho un disco con ecos de shoegaze y rock noventero pero en el que meten otras muchas influencias, arreglos y, sobre todo, teclados, para hacer un álbum de lo más interesante. No en vano se han montado un estudio casero para grabar con calma y se lo ha producido uno de los miembros de The Umbrellas.

Por ejemplo, Julie (I'm in), Really AM o Slow Blues muestran el lado más dream-pop y esquivo. Ahí recuerdan a grupos como Lorelei o Cocteau Twins. Algo muy en la línea con los inicios del sello Slumberland.

Luego, tienen cortes mucho más shoeagazers y guitarreros como Happy you exist, la inicial, Rain o Moving donde esas influencias de Lush, Slowdive o Ride se hacen más presentes. Son canciones absolutamente geniales, envolventes y que te atrapan. Una maravilla.

Eso sí, lo mejor de este álbum, llega cuando Torrey se acercan al indie-rock guitarrero y al pop de los años noventa. Ahí encontramos las geniales Pop Song o No Matter How, que me ha recordado un poco a grupos actuales como Mo Dotti o Las Robertas, ese corte titulado Bounce y que ya hubieran querido sacar los Alvvays en su último trabajo, o la brutal Hawaii que con sus guitarras afiladas bien podría haber sido una canción de The Breeders.

En definitiva, Torrey han hecho un álbum sobresaliente con un gran equilibrio entre guitarras sucias e indie pop. No falta ni sobra nada.