Así que el lanzamiento hace unas semanas, en noviembre, de su primer trabajo en larga duración, no iba a ser menos. Eggs han debutado oficialmente con A Glitter Year y, sin duda, va a ser uno de los mejores álbumes del año, aunque al salir tan tarde no creo que se vaya a colar en las listas de los medios. En mi lista mental de lo mejor del año, seguro que sí.
Podríamos incluir la música de Eggs entre lo mejor del C86 y el indie-pop que se viene haciendo en los últimos años, así que sus guitarras os pueden recordar a grupos de ahora como Ducks Ltd o a bandas antiguas como The Pastels o The Wedding Present. Ahí encontramos cortes como Local Hero u Old Fashion Virtue con las que abren el disco y que son dos buenos pildorazos guitarreros. La punk Walking down to the Cemetery Road enlaza directamente con el punk-pop de The Replacements o los primeros Green Day.
Eso sí, Eggs tienen varios puntos a su favor. El primero esa dualidad de voces chico/chica que tanto recuerda a veces a bandas con vocalistas femeninas como The Darling Buds, The Flatmates o The Shop Assistants. El segundo, como sucede en Still life o Daily Hell, la inclusión de unos teclados muy interesantes que recuerdan a grupos como Alvvays. Y el tercero, otro instrumento invitado, como es la aparición del saxofón en cortes como Crocrodile Tears y que me trae a la mente el último disco de Titus Andronicus o los álbumes de la banda punk de New York, The Men.
Cuando Eggs pisan el freno, eso que sucede en la descarnada Turtle Island o en los medios tiempos We were soldiers y Masquerade, también están de los más acertados y les sale esa influencia tan Neutral Milk Hotel.
Eggs debutan con uno de los álbumes más interesantes del año, algo que nos alegra a los que les veníamos siguiendo ya desde hace años. Ojalá pronto tenerlos por España tocando en directo.
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