Momento de auténtica realidad es el nuevo trabajo de Marcelo Criminal y, la verdad, es que he de decir que me ha encantado y me ha vuelto a sorprender.
No sé si alguien necesita que presente a Marcelo Criminal, tal vez sí, aunque ya hablé en el blog de su música cuando publicó Marcelo Criminal (acepta su cruz) hará un par de años. Desde aquel trabajo: singles, vídeos de youtube, conciertos han ido haciendo que ganase cada vez más fans. Y, definitivamente el año pasado, con la versión de Perdona (ahora sí que sí) de Carolina Durante y Amaia, la gente que no sabía de él, al menos supo de la calidad compositiva de este murciano, aunque me alegra ver que este "éxito" (éxito ajeno con su canción, pero bueno, éxito al fin y al cabo) no le ha cambiado ni lo más mínimo.
Momento de auténtica realidad sale a través de Sonido Muchacho, aunque la verdad, es que el sonido propio de Marcelo no ha variado en nada. Y es que este DIY generacional es lo que le hace único. Canciones que hablan del día a día, de las cosas que nos preocupan a cualquiera, con algo de desesperación y un poco de ironía negra (si no sueno en radio3, me dispararé en el pie y diré a todos que solo era una broma) conforman un conjunto de canciones coherentes que te sostienen escuchando el disco de principio a fin, sin parpadear.
Cortes como Dentro y en contra, donde las ruidosas guitarras lo invaden todo, Borracho y loco (mi preferida de este trabajo), Brain Training o Fast and furious (Spinoza niega la posibilidad del milagro) sacan lo mejor de Marcelo Criminal como si sonara a unos Pavement lo-fi y Stephen Malkmus estuviese tocando la guitarra en su habitación un domingo.
Pero tampoco desatina cuando pone los teclados en el tablero y se saca de la manga las más pop Cantares 8:1-6, Capitán Cortés (no os suena a Franco Battiato?) o Bicimur, incluso ese piano en Demasiado Lento que recuerda a Confetti de Odio, lo cual es una gran noticia.
En definitva, Momento de auténtica realidad, supone un álbum de esos que se te graban en la cabeza durante tardes y al que, con el tiempo, no puedes dejar de volver.
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