Ayer conocí el segundo single del nuevo disco de Kokoshca que saldrá próximamente con Sonido Muchacho y que, la verdad, me tiene un poco desconcertado. En realidad, como en todos los trabajos de los navarros porque, si una cosa buena, tienen Kokoshca es que son capaces de reinventarse, no repetirse y hacer grandes canciones sin necesidad de encasillarse en un estilo concreto.
Yo los conocí con La Fuerza (imagino que como casi todo el mundo) y, desde entonces, siempre les he seguido porque me parecen muy buenos. En directo, los he visto un montón de veces y es una absoluta maravilla. Siempre me ha llamado la atención que no se hayan hecho mucho más famosos y que sigan en un círculo relativamente independiente, cuando tienen canciones que ya quisieran otras muchas bandas.
Tal vez, su tendencia (supongo que natural) a no encasillarse ha hecho que su música suene dispar y eso no entra muy bien por los oídos del gran público. Sinceramente, y siendo un poquico egoísta, mejor para el resto porque seguimos disfrutando de su estilo y de su incorformismo que tan poco abundan en la música española.
Su sexto álbum parece que sigue esos mismos derroteros desconcertantes. Ya presentaron hace unas semanas Himno de España, una de esas canciones que los que no les conozcan no pueden entender a medio camino entre el flamenco, con esas palmas, los ritmos africanos y esas guitarras tan kraut. Sin desatender a una letra afilada, crítica y con mucho humor. Una auténtica maravilla.
Su segundo adelanto Regresando a la ciudad es, sin embargo, una de esas canciones de indie-pop sobresalientes que en todos los discos de Kokoshca aparecen. Con ciertos aires sixties, unos teclados tremendos, unas guitarras brillantes, unas castañuelas en el momento preciso y una melodía y un estribillo muy pop se han sacado una genialidad de la manga para hablar de reencuentros, nuevos intentos y desamor.
Y, ojo al vídeo, que me encanta y es pura sangre en el kebab asesino.
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