No sé qué ha pasado estos últimos días, pero me alegra ver que se me acumulan discos que me gustan para comentarlos en el blog. Así, en esta última semana me he enganchado a los trabajos de Wild Pink, Nick Cave, Julien Baker, Cool Sounds o Fritz. Excepto los dos últimos, el resto todo trabajos muy tranquilos, algo que no me suele pasar, pero que cuando están bien hechos, se convierten en discazos.
Empiezo por los neoyorquinos Wild Pink, bueno en realidad el proyecto de John Ross que inició en 2015 pero que se encuentra en un punto muy estable sacando ahora su tercer álbum A billion little lights.
Son 10 cortes de íntimo indie-pop, arreglos minimalistas, guitarras y teclados de lo más soft. Además, su voz susurrando me ha recordado mucho a Sufjan Stevens, especialmente en los cortes que abren el disco, donde también aparecen esas slide-guitars tan americanas: The wind was like a train y Bigger than crhistmas. Este tipo de cortes más tranquilos que son una preciosidad es lo que más encontramos en este trabajo: Amalfi, Family friends, la bonita Track Mud con su piano y su guitarra o las más animadas Pacific City y Die Outside.
Eso sí, también nos deleita con algunos cortes más pop, donde sintetizadores y teclados ganan la partida a las guitarras acústicas. Ahí me recordado al synth-pop con aires dreamy que hizo el año pasado Devon Williams en su álbum. De hecho, canciones como You can having back, The Shining but Tropical y, especialmente con sus arreglos de cuerdas, Overshares Anonymous me parecen lo mejor de disco y tienen un punto más divertido e interesante.
Wild Pink han hecho un álbum impresionante. Muy para disfrutar en invierno, aunque yo esté ya deseando que llegue la primavera (y que avancen las vacunaciones para ir dejando atrás estos horribles meses de pandemia).
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