jueves, 9 de julio de 2020

Phoebe Bridgers

De cuando en cuando, leo en revistas, blogs y redes sociales alabanzas a algún disco que, aunque en principio no me llama la atención, acabo escuchando aunque sea por presión social. La verdad, a excepción de unos pocos, esta ola de buena críticas ajenas no suele funcionar conmigo. El último caso el Punisher de Phoebe Bridges.

Ya en su día escuché su primer LP, Stranger in the Alps, y me ocurrió igual. Bueno, entonces recibió buenas críticas pero a nivel bastante underground, ahora han decidido lanzarla al estrellato y estos últimos meses hemos visto su single en todas las plataformas y las críticas a su nuevo disco en todas las revistas y periódicos a nivel mundial.

No es que Punisher no se las merezca, que no las merece, porque tiene algunas buenas canciones y Phoebe Briges demuestra que tiene un gran talento, pero a este disco le pasa como al anterior: que vuelve a cojear de la misma pata. Lo que más abundan son temas muy lentos, donde destacan los susurros de Bridges, las guitarras acústicas, el toque folk-americano de la slide-guitar y la sobre producción (vientos y cuerdas que entran por todos lados) y, aunque son buenas canciones, al final, abusar de estos cortes hace que el disco se haga muy pesado (sobre todo cuando las canciones están entre los 3 y los 5 minutos). Hay canciones bonitas, en este sentido, y merece la pena pararse en ellas aunque sean tristes y melancólicas: Punisher, Graceland too con su banjo de entrada o Moon song son buenos ejemplos y me gusta especialmente la última con sus violines y pianos.

También lenta pero mucho más interesante es Chinese Satellite, un corte donde Phoebe Bridges está algo más obscura y misteriosa, acabando el tema con una batería asincopada al más puro estilo The National, y con teclados y guitarras que le acercan al dream-pop (bueno al dream-pop en versión folk, si es que esto existiera).

Sin duda alguna, lo mejor del álbum llega cuando acelera un poco y se deja llevar por su lado indie-pop: la contenida I see you o la genial Kyoto que fue el corte elegido como single, y la mejor canción de este trabajo, eso sí, que la eligieran como single de lanzamiento es un poco engañar al personal porque luego el disco no se acerca ni de lejos por estos derroteros de guitarras jangle y buenas melodías. La verdad, teniendo el talento para hacer canciones tan buenas como Kyoto, si yo fuera su productor intentaría que siguiera este camino si quiere abrirse un hueco, aunque creo que ya se ha hecho un hueco en el ámbito del folk-pop de sedosas melodías, guitarras, pianos y violines, algo que ha cautivado a la prensa que la trata como la última cantautora de éxito habiendo otros proyectos, en mi opinión, mejores como Soccer Mommy o Waxahatchee sin ir más lejos.


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