The Reds, Pinks & Purples

Sí, ya, que en los últimos años Glenn Donaldson y sus The Reds, Pinks & Purples (bueno, y sus otros proyectos como por ejemplo Painted Shrines) sean el grupo que más han aparecido en el blog no es casualidad. Es que su sad-pop (definido por él mismo así) es una absoluta maravilla y, además, es que su capacidad compositora le permite sacar varios trabajos al año.

Además, él es el fotógrafo de sus propias portadas y toca todos los instrumentos en sus álbumes (bueno, en este último trabajo le ayudan con un piano). Así que si juntas todo este talento creativo lo que obtienes es uno de los mejores artistas de los últimos tiempos. Eso sí, absolutamente desapercibido para el gran público y los medios.

The Town that cursed your name es otro disco sobresaliente. Pero sobresaliente de verdad. Encontramos sus canciones de siempre, tristes, melancólicas y construidas a base de guitarras acústicas y guitarrazos algo sucios. Por ejemplo, la homónima The Town that Cursed your Name que es una maravilla, Too late for an Early Grave, Leave it all behind o Waiting on a ghost to haunt you.

También le da tiempo a insistir con algunas baladas pop como esa bonita Almost Changed o Here comes the Lunar Hand que me ha recordado un poco a The Telephone Numbers, otro de esos artistas de la bahía de San Francisco que se han convertido en un referente absoluto en los últimos años.

Y, sin embargo, lo que más me ha sorprendido de este álbum es que The Reds, Pinks & Purples han querido pisar un poquito el acelerador y los pedales en algunos cortes. What is a friend? es una canción de batería frenética, Burning Sunflowers o I still owe you everything son tremendas pero, si tengo que destacar una canción en este trabajo es, desde luego, Life in the Void. Un corte sucio y guitarrero donde letra y textura crean la combinación perfecta.

La verdad es que, de nuevo, nos encontramos ante un disco muy completo y coherente de The Reds, Pinks & Purples y, ojalá, que no acaben nunca.